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Hay consenso en torno a la sensación de que la paz en Ucrania está más cerca que nunca. El acuerdo para iniciar una negociación directa ... con Rusia este jueves en Estambul es la última razón para la esperanza. Pero los protagonistas de la guerra no se ponen de acuerdo en cómo se debe llegar a ese arranque de las negociaciones: Vladímir Putin insiste en que tiene que ser sin condiciones previas, algo con lo que también está de acuerdo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; Volodímir Zelenski, sin embargo, reitera que no se puede dialogar mientras se producen combates y exige un alto el fuego de 30 días, como mínimo, algo que apoyan los principales líderes europeos.
De hecho, estos últimos volvieron a escenificar su unidad este lunes en Londres. «Ucrania debe confiar en su capacidad para resistir con éxito la agresión rusa con nuestro apoyo», afirmaron los responsables de Exteriores del grupo Weimar+ -en el que también participa España-, que aprovecharon para advertir a Moscú de que sigue sobre la mesa su intención de incrementar las sanciones económicas que pesan sobre Rusia si no accede al alto el fuego que demanda Zelenski.
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«Se necesitan dos para desear la paz y solo uno para desear la guerra. Vemos que Rusia claramente quiere la guerra», espetó la responsable de la diplomacia europea, Kaja Kallas. «Tiene que haber un alto el fuego incondicional, que pueda permitir que haya negociaciones de paz, que es lo que finalmente queremos para que esta guerra termine», afirmó a la salida de la reunión el ministro español de Relaciones Exteriores, José Manuel Albares, que destacó la «unidad y coherencia» de la posición europea en torno al camino que debe llevar a la paz, así como la «firmeza y determinación en seguir apoyando a Ucrania tanto tiempo como sea necesario».
«El reloj corre. Si a medianoche no hay una tregua, comenzaremos a preparar las nuevas sanciones», avanzó un portavoz del Ejecutivo alemán, sin especificar cuáles pueden ser esas sanciones. De momento, las que se han aprobado hasta ahora no han tenido mucho éxito en su intento de poner a la economía rusa en dificultades. El PIB se resintió en un inicio, pero el país más extenso del planeta logró rápido equilibrar las pérdidas infligidas por Occidente con un acercamiento a países como China o India.
Kaja Kallas
Jefa de la diplomacia europea
José Manuel Albares
Ministro de Relaciones Exteriores
Dmitri Peskov
Portavoz de la presidencia rusa
Quizá por eso, el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, se mostró poco preocupado por las amenazas europeas. «Con Rusia no se puede hablar con el lenguaje de los ultimátums, es inaceptable», sentenció, subrayando, eso sí, que el gobierno de Putin está comprometido con «la búsqueda de una solución pacífica a largo plazo».
De cualquier forma, como señaló Albares, esta es una «semana crucial para ver quién se sienta de verdad con voluntad de negociar la paz sin condiciones, buscando simplemente terminar la guerra y quién está en tácticas dilatorias y en juegos de ir retrasando esas conversaciones».
Lo que no está claro aún es quién participará en la reunión del jueves. Zelenski se ha mostrado dispuesto a ir en persona, y ha invitado a Putin a un cara a cara. No obstante, este lunes Peskov ni confirmó ni desmintió la participación del presidente ruso. Quien sí se manifestó fue Trump: «Estaba pensando en volar allí. No sé dónde estaré el jueves. Tengo muchísimas reuniones, pero estaba pensando en ir para allá», dejó caer. Y Zelenski no tardó en responderle. «Todos en Ucrania agradeceríamos que el presidente Trump pudiera estar con nosotros en esta reunión. Es la idea correcta. Podemos cambiar muchas cosas», escribió en X poco antes de ratificar el acuerdo de materias primas que acordó con el mandatario americano.
El presidente estadounidense quiere ponerse la medalla de la paz ucraniana, como ha intentado hacer con la tregua entre India y Pakistán, y este lunes se mostró esperanzado con el resultado de las negociaciones en Estambul, adonde podría llegar tomando un pequeño desvío en su gira por Oriente Medio: «Creo que va a obtener un buen resultado», sentenció.
Por su parte, Zelenski habló con su homólogo turco, Recep Tayyip Erdogan, quien le trasladó su entusiasmo por hacer de anfitrión en el primer diálogo directo entre invasor e invadido. «Se abre una nueva ventana de oportunidad para la paz y hay que aprovecharla», sentenció Erdogan durante una reunión con su gabinete.
Desafortunadamente, todas estas buenas intenciones para lograr la paz siguen sin tener reflejo en la realidad sobre el terreno. «Rusia ignora por completo la petición de una tregua», denunció el ministro de Exteriores ucraniano, Andrii Sybiha. Y no mentía. Según informaron las fuerzas armadas de la exrepública soviética, hasta 108 drones lanzó Moscú contra su territorio en la madrugada de este lunes. Algo más de la mitad -55- fueron derribados y una treintena «perdieron su localización, sin consecuencias negativas», pero al menos una persona -un conductor de tren- resultó herida.
Además, los ucranianos relataron también que, hasta las cuatro de la tarde de este lunes, en el frente se habían producido 69 enfrentamientos armados, y el portavoz del ejército, Viktor Trehubov, añadió que la intensidad era la habitual. «La propuesta de alto el fuego no ha tenido impacto alguno en las operaciones», comentó. Rusia también lanzó bombas guiadas contra objetivos en la región nororiental de Járkiv y la región norteña de Sumy.
Las redes de desinformación rusas no dejan pasar ni una sola oportunidad para tratar de manchar la reputación de los líderes que apoyan a Ucrania. Y este lunes estuvieron a punto de lograrlo gracias a una campaña de difusión masiva dirigida desde el Kremlin.
Varios dirigentes europeos, entre ellos el presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro británico, Keir Starmer, y el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, regresaban de Kiev a Polonia a bordo del 'Valentía Express', el tren que el gobierno ucraniano fleta para facilitar sus viajes ante la imposibilidad de volar, cuando los periodistas accedieron al vagón en el que viajaban. En las imágenes se les ve hablando amigablemente cuando Macron hace un gesto que no pasa desapercibido: coge algo blanco que está sobre la mesa y se lo guarda rápido en el bolsillo.
Algunos rápidamente identificaron ese objeto con «una bolsa con polvo blanco», suficiente para hacer creer que los políticos estaban consumiendo cocaína durante el viaje. Es una idea que apuntaló la mismísima portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zajárova. «Como si fuese un chiste: un francés, un inglés y un alemán suben a un tren y... se colocan», dijo con ironía según refleja la prensa rusa.
Ante la creciente bola de nieve que se estaba formando en el ciberespacio, el Elíseo decidió tomar cartas en el asunto para tratar de atajar un bulo que era fácilmente verificable: en imágenes tomadas por otros periodistas se veía claramente cómo la bolsa de cocaína era en realidad un pañuelo de papel usado que, seguramente, a Macron no le apetecía mostrar. «Cuando la unidad europea se vuelve incómoda, la desinformación llega incluso a hacer que un simple pañuelo parezca droga», sentenció el gobierno francés desde su cuenta de X. «Estas noticias falsas las difunden los enemigos de Francia, tanto en el extranjero como en el país. Debemos permanecer vigilantes ante la manipulación», advirtió.
Desafortunadamente, el bulo suele llegar más lejos que el desmentido, como se puede apreciar en la interacción de las cuentas que lo han difundido. No es la primera vez que sucede: también han tenido éxito quienes trataron de hacer creer que Volodímir Zelenski es adicto a la cocaína.
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