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La recuperación de la arquitectura de los años 50 pone de acuerdo a técnicos e historiadores en Murcia. Varios proyectos de rehabilitación en marcha ofrecen ... una segunda oportunidad tanto a inmuebles residenciales como a construcciones levantadas como equipamientos a mediados del siglo XX. Y estas intervenciones llegan, además, cuando el Ayuntamiento prepara una ampliación del catálogo de edificios protegidos en el que a partir de ahora ganará peso el patrimonio inmobiliario de aquella década.
Pese a las penurias, fue un tiempo de crecimiento tras los años más duros de la autarquía del franquismo, en plena posguerra, que dejó su huella en el paisaje urbano. La capital se ensanchó con la polémica apertura de la Gran Vía como punta de lanza. Los primeros bloques singulares (los del Banco Exterior y el Banco Rural Mediterráneo) se levantaron en esta gran ateria, aunque con una pérdida irreparable: la destrucción, en 1953, de los baños árabes de la calle Madre de Dios. A nivel estilístico, se impone un historicismo a medio camino entre el clasicismo y el barroco, «que casaba bastante con el ideal franquista», recuerda Gregorio Sabater, historiador y miembro de la Plataforma por la Defensa del Patrimonio Cultural de Murcia.
Las dos moles citadas (la primera firmada por Mariano Garigues Díaz-Cañabate, y la segunda un diseño de García Palacios y Eugenio Bañón) ya cuentan con un blindaje en el inventario del Consistorio para su conservación. A ese mismo listado está previsto que se sume, una vez concluya la tramitación, una decena más de inmuebles (la mayoría de viviendas) de esa misma época, a partir de una iniciativa de Sabater, con el fin de blindar su salvaguarda. Varios de ellos se localizan en el eje de Correos-La Merced (el edificio de la Cueva del Oso, el edificio Fernando, el Candilejas...), aunque también aparecen en El Carmen (plaza de Camachos, 10) y San Antolín (plaza San Julián, 3 y edificio Charrete, en Juan de la Cierva).
En Santa Eulalia se localiza el edificio Consuegra (Ronda de Garay, 20), que afronta una nueva etapa de la mano del arquitecto Francisco Guerao. El propietario barajaba la demolición para una promoción de pisos de obra nueva. Pero Guerao. tras conocer la historia familiar de la construcción, levantada en 1953 por el abuelo del actual dueño, propuso su rehabilitación de la mano de una cooperativa. Las actuales diez viviendas, en régimen de alquiler, pasarán a ser quince, de «altas calidades» y propiedad de los futuros cooperativistas.
El proyecto se encuentra en una fase muy inicial, pendiente todavía de los permisos municipales y con algunos cabos por atar. Uno de ellos es cómo dotar al inmueble de plazas de aparcamiento. Entre las soluciones que se barajan figura destinar el bajo (ocupado por la confitería que da nombre al inmueble) a garajes, adelanta el arquitecto.
La ruptura del aislamiento internacional que había sufrido España y la llegada de ayuda económica de Estados Unidos aparecen detrás del crecimiento registrado en los 50 y que tuvo su reflejo en la arquitectura del país. Otro fenómeno también vino en ayuda del negocio del ladrillo: buena parte de las rentabilidades de la producción agrícola se destinaron a inversiones en otros sectores, como la construcción. En el edificio Consuegra se dio esa circunstancia: Mariano García Muñoz, promotor y primer propietario, empezó en el mundo empresarial con las exportaciones de pimentón y cítricos. Pero a su regreso de Francia tras finalizar la guerra civil, en la década de los 40 comenzó a comprar solares en Murcia para dedicarse, también, a la actividad inmobiliaria. El primer terreno para edificar lo adquirió en la calle Puerta de Orihuela, en 1949; aledaño levantó el inmueble Consuegra.
La reactivación de mediados de la pasada centuria también alcanzó a los equipamientos públicos. Aunque la Casa de la Cultura, que hoy día acoge el Museo Arqueológico de Murcia (MAM), empezó a construirse en 1941, no estuvo acabada hasta una década después. También de los 50 es la Casa de Espiritualidad Nuestra Señora de la Fuensanta, junto al santuario de la Patrona de Murcia, en El Valle. Después de 30 años de abandono, unas obras pretenden devolverle ahora su uso como centro de formación religiosa, ya que acogerá el seminario misionero, internacional y diocesano Redemptoris Mater, ligado al Camino Neocatecumenal (popularmente conocido como los 'kikos'). En Torreagüera, sus vecinos han conseguido salvar de la demolición el casino de la pedanía, de mediados de los 50, que aguarda su restauración. De la misma época data la sede de la Delegación del Gobierno, obra de Francisco Prieto Moreno, pero su estilo rompe con el diseño historicista para abrazar las corrientes del Movimiento Moderno que hablaban de la llegada de un nuevo tiempo.
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