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La etapa fue neutralizada tras la caída masiva en la sexta etapa. AFP
Caída masiva y victoria de Groves
Etapa 6

Caída masiva y victoria de Groves

La organización del Giro anula los tiempos de la llegada en Nápoles después de que una treintena de corredores se fueran al suelo

Jon Rivas

Jueves, 15 de mayo 2025, 20:19

El ciclismo en ruta es el estadio al aire libre más grande del mundo, pero también tiene sus inconvenientes. Haga el tiempo que haga no hay techos retráctiles, ni pabellones cerrados. Todo se hace a pecho descubierto o, como mucho, cuando hace frío y se desciende un puerto, cubierto con la última edición de La Gazzetta dello Sport metida por debajo del maillot, algo que cada día se estila menos, pero que todavía tiene sus partidarios.

Decía un antiguo maestro de periodistas, Emil Dovifat, que no hay nada más viejo que un periódico de ayer, una frase que los redactores jefes de los tiempos de la linotipia y la máquina de escribir desgarraban con crudeza diciéndoles a los aspirantes a ser grandes periodistas que «esa gran crónica que pretendes escribir, servirá mañana para envolver pescado». Ya no está vigente esa expresión, entre otras cosas, por las normas higiénicas que impiden a los pescaderos utilizar periódicos para despachar el género.

Sin embargo, quienes se dedican a escribir de ciclismo, se consuelan, al menos, con la posibilidad de que uno de esos grandes cronicones que intentan redactar, sirva al menos para aliviar la sensación térmica de algún ciclista en el descenso de un puerto mítico, aunque no la lean. A ser posible, un campeón, pero lo mismo da si es un gregario. Todo sea por ayudar.

Pero en la sexta etapa del Giro, poco consuelo podían dar los periódicos, porque no había puertos míticos por descender. Solo lluvia, tan pertinaz como la sequía con la que excusaban los gerifaltes franquistas los cortes de agua. Cuando llueve están los chubasqueros, de materiales modernos. Un ejemplar de La Gazzeta metido entre pecho y maillot solo sirve para dejar cuerpo y prenda tintados de rosa y negro. Era más un día de chubasqueros y guantes, obligados los ciclistas a vigilar el piso, los charcos, las curvas, a mantenerse en constante tensión con los dedos sobre los frenos, que con el asfalto mojado necesitan tacto de cirujano para ser utilizados en el momento adecuado. Precaución por una caída propia o ajena, que pueda arrastrarte a pesar de tener puestos todos los sentidos. Cautela incluso cuando ves el desastre desde lejos.

Una trampa

A Jan Hindley, el ganador del Giro de 2022, le falló ese tacto de cirujano. O no, porque el piso estaba tan resbaladizo que parecía jabón. Hacía tiempo que no llovía en Nápoles y sus alrededores, y las primeras gotas que caen en un asfalto seco se convierten en una trampa. El primer domingo de mayo se volvió a licuar la sangre de San Genaro en la basílica de Santa Chiara y el fenómeno, que la iglesia se resiste a calificar como milagro, ha traído lluvias tan importantes para la Campania.

Hindley se fue al suelo en medio del pelotón sin otra razón aparente que el piso resbaladizo. Detrás de él cayeron una treintena de ciclistas, un estruendo de bicicletas que chocaban, frenos que chirriaban y gritos de sorpresa. Sonaban al fondo las sirenas de las ambulancias y por delante comenzaban a dudar quienes habían librado la caída y veían el hueco con quienes habían quedado detrás.

El director del Giro neutralizó la marcha con su coche, así circularon diez kilómetros, hasta que se mandó parar. Conversaron ciclistas y organizadores. Stefano Alocchio, director adjunto, que conoce el percal, tranquilizó a los corredores. Al final los organizadores decidieron que la carrera seguiría, no se podía defraudar a los miles de napolitanos que olvidaban por unas horas el fragor de la apasionante batalla futbolera con el Inter por el Scudetto, en la tierra en la que se venera a Maradona, para recibir a la carrera que vertebra Italia.

Eso sí, no contarían los tiempos, solo habría gloria para el ganador, así que los principales de la carrera se lo tomaron con calma. Solo los dos escapados, que partieron de la neutralización con 47 segundos de ventaja, y quienes intentaban cazarlos, pusieron interés en llegar rápido.

En Nápoles ya no llovía y el suelo estaba seco. Se podría haber formado la mundial en el tramo empedrado a dos kilómetros de la llegada, en la Via Caracciolo, junto al mar, pero no ocurrió. Van Aert aceleró a 500 metros de la meta, pero su esfuerzo fue en vano, porque el Alpecin llevó en volandas a Kaden Groves, que ganó la etapa, que solo cuenta para su palmarés. El líder Pedersen y los aspirantes al triunfo en Roma, llegaron bastante más tarde. Por cierto, que las palabras del ganador, contradecían el motivo de la neutralización: «Me sentí mejor cuando empezó a llover».

Antes de la lluvia, la caída masiva y la victoria de Groves, en Potenza, escenario de la salida, Juan Ayuso, el aspirante español al jersey rosa, saludaba la llegada de las etapas de montaña. «Cada día tengo más ritmo de competición. El día de descanso me ayudó un poco a asentarme. Creo que estoy mejorando con cada etapa. Y el viernes será la primera gran prueba de este Giro, que la verdad, se ha hecho esperar un poco», apuntaba.

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