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Un remolino de chalecos rojos, agentes de Policía y cámaras anticipaban ya a primera hora de la mañana de este miércoles la celebración de «un día grande para la Región de Murcia» en el Teatro Romea, con la entrega de las Medallas de Oro de Cruz Roja, en un acto presidido por la Reina Letizia, que sirvió como guinda a las celebraciones en torno al Día Mundial del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja que se conmemoró el pasado 8 de mayo.
Antes de que arrancara el acto, la presidenta de Cruz Roja en la Región de Murcia, María Teresa Sánchez, se mostró feliz en una jornada especial también «para la ciudad de Murcia, en su 1.200 aniversario», en la que la ONG reconoció a los cinco premiados su trabajo en favor de los valores solidarios que han marcado la vocación de Cruz Roja desde su fundación: la periodista Almudena Ariza, «por su defensa del rigor en la cobertura de crisis humanitarias y conflictos armados en los últimos 20 años»; el profesor César Bona, «por su defensa de la educación y la convivencia»; Cruz Roja de Burkina Faso, por su trabajo en el Sahel, una de las zonas de África con un contexto humanitario más complejo; la activista Emilia Lozano, cofundadora de la entidad Somos Acogida, «por su compromiso con las situaciones de vulnerabilidad de su entorno»; y la ONG africana Nasco Feeding Minds, que recogió su fundador Ousman Umar, empeñado desde 2012 en «alimentar mentes, no estómagos».
María Teresa Sánchez pidió a las puertas del teatro «no deshumanizar» ni clasificar a las personas. «Estamos haciendo muchos grupos», señaló, y aludió al sobrenombre de 'menas' con que se llama en tono despectivo a los menores migrantes no acompañados. «Son seres humanos, con lo que significa. Y cuando les miras a los ojos, ves que son como tú».
La Reina entró en el teatro acompañada de la ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz; el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras; la delegada del Gobierno, Mariola Guevara; y el alcalde de Murcia, José Ballesta, en la primera de las dos visitas Reales que acogerá la Región en menos de una semana, ya que el Rey Felipe VI, visitará Cartagena el lunes, para conocer el submarino S-81 'Isaac Peral' antes de su puesta en funcionamiento.
En su intervención, Doña Letizia puso en valor el trabajo de Cruz Roja a lo largo de su historia. «Puede parecer que determinadas palabras están un poco gastadas», aseveró. «Fijaos en la cantidad de palabras que hemos escuchado varias veces: educación, transformación, respeto, humanidad, amabilidad, dolor, guerra, sufrimiento, acoger, apoyar, ayudar, dignidad, cooperación, principios, valores, esperanza, desesperanza, empatía», enumeró. Términos, que según consideró, corren el riesgo de verse desprovistos de su verdadero significado. «Pero Almudena, Ousmar, Lazare -secretario general de Cruz Roja en Burkina Faso-, César y Emilia dan sentido cada día a estas palabras». «Cruz Roja no va a permitir que se gasten, porque son los valores que pone en marcha cada día con sus acciones y sus resultados». «En tiempos de duda e incertidumbre, en tiempos de ciertos cuestionamientos, conviene recordar lo que somos. Tenemos que aferrarnos a ese principio de humanidad», concluyó Doña Letizia, que protagonizó uno de los momentos de la gala, cuando acudió a ayudar a la activista Emilia Lozano a bajar las escaleras del escenario, ante sus evidentes dificultades.
Por su parte, la presidenta de Cruz Roja España, María del Mar Pageo, destacó «la diferencia entre ver y mirar» y la importancia de optar por lo primero como primer paso para «estar» donde arrecia la necesidad de los más vulnerables. Pageo apeló a los principios fundamentales de Cruz Roja: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariado, unidad y universalidad, permanente «brújula» de la organización cuando llegan momentos «de turbulencias». «La humanidad y la imparcialidad señalan el fin de Cruz Roja: prevenir y aliviar el sufrimiento humano sin hacer distinciones de nacionalidad, raza, religión, condición social o credo político», subrayó.
El periodista Juan Ramón Lucas fue el encargado de leer un manifiesto donde defendió «la elección de actuar y de hacerlo humanamente frente al dolor». «Hoy observamos consternados la normalización de discursos que cuestionan la dignidad de los otros, que despojan a quien sufre de su condición humana, que incitan a la indiferencia frente a sus padecimientos o que exigen sin pudor la inacción frente a ellos», lamentó. «Son narrativas que, aprovechando la oscuridad en la que nos sumergen las desgracias, inoculan furia y siembran desasosiego. Utilizan para ello argumentos vergonzosos a la decencia, cuando no directamente falsos y alientan la polarización», continuó. Frente a ello, llamó a «recordar la importancia de reivindicar la humanidad y el humanitarismo».
Tras el acto, las autoridades se desplazaron al Campus de La Merced, donde se ofreció un cóctel que sirvió de colofón a la jornada.
El profesor César Bona actuó como portavoz de todos los premiados, y se encargó en el escenario de agradecer en su nombre el reconocimiento que Cruz Roja les entregaba. «Es un honor que recibimos con profunda emoción y humildad», aseveró. Bona subrayó la importancia de recibirlo de manos de una organización «que encarna todos esos valores amables que el mundo necesita», y se congratuló de que esta «haya puesto el foco en la importancia de una comunicación veraz, puente entre los seres humanos, en el compromiso de estas personas y entidades que dan lo mejor de sí en escenarios complejos, o en la educación, que es donde todo empieza y que teje la esperanza del presente y del futuro».
También quiso reclamar el papel de la «amabilidad» con los otros como un valor fundamental para una sociedad más justa. El profesor remarcó que ser amable es «una de las cualidades humanas más bonitas, no es solo un acto de cortesía, es mucho más, es la expresión que engloba los valores humanos más esenciales».
Antes de la gala, Bona reconoció sentirse «pequeñito» ante los méritos de sus compañeros premiados, tras pasar 24 horas con ellos en Murcia. «Uno ve realmente cuántas cosas hacen por luchar contra la vulnerabilidad, y es impresionante».
La presencia de la Reina de Murcia, acompañada de un extenso despliegue policial, no pasó desapercibida para los cientos de curiosos que se fueron congregando a las puertas del Teatro Romea. Una hora antes de que Doña Letizia irrumpiera en la plaza entre aplausos y gritos de '¡guapa!', ya se apostaban en la valla los primeros espectadores, muchos de los cuales acababan de enterarse de la visita Real. «Hemos visto tanta Policía que he ido a preguntar. Les he dicho: '¿Esto qué es? ¿Una redada?'», señalaba Pepa, una señora que acababa de suspender sus planes de la mañana para ver de cerca a la Reina. «Cuando nos han dicho que venía Letizia, ya nos hemos quedado. A ver si nos tirara una 'sonrisica', por lo menos», deseaba. Al llegar, la Reina saludó brevemente a los presentes, disculpándose por la premura y prometiendo dedicarles más tiempo a la salida. En ese fugaz contacto, Doña Letizia se acercó a la barrera y estrechó la mano a un reducido grupo de personas, y Pepa estaba entre ellas.
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