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En el aeropuerto internacional Ben Gurión de Tel Aviv, situado a apenas quince kilómetros de la ciudad, se han acostumbrado en los últimos meses al ... sonido de las sirenas de alerta aérea y a la caída de restos de cohetes cerca de sus instalaciones. Pero nunca habían sentido un misil tan cerca como este domingo. Ocurrió sobre las 9.20 hora local, cuando un proyectil lanzado por los hutíes de Yemen, aliados de la milicia palestina Hamás y respaldados por Irán, impactó dentro del perímetro del aeródromo. El disparo, asumido por el grupo rebelde, causó seis heridos, abrió un enorme cráter a escasa distancia de una de las terminales y de las pistas de aterrizaje y provocó una cascada de cancelaciones de vuelos de numerosas compañías extranjeras como Lufthansa, la española Air Europa o British Airways, como mínimo, en la mayoría de los casos, hasta el martes. El incidente desató la ira del Gobierno de Netanyahu, que amenazó con duras represalias: «Golpearemos siete veces más fuerte a quien nos hace daño».
El ataque de los hutíes, que han intensificado su actividad contra territorio hebreo tras la ruptura de la última tregua en Gaza a mediados de marzo, no sólo puso en jaque al aeropuerto más importante de Israel, sino también a los sistemas que posee el país –y de los que suele presumir– para su defensa antiaérea. Ni el Arrow, propio, ni el THAAD, desplegado por Estados Unidos en 2024 a raíz de las tensiones con Irán, lograron interceptar el proyectil pese a que lo intentaron varias veces. El fallo se encuentra en investigación. Los rebeldes sacaron pecho del impacto, también moral, de su acción con la reivindicación del lanzamiento de «un misil balístico hipersónico que alcanzó su objetivo con éxito» a través de un comunicado difundido por la televisión yemení Al Masirah.
El cohete contra el aeródromo Ben Gurión, cuya actividad se vio brevemente interrumpida, era la quinta acción de los insurgentes contra Israel en apenas 48 horas, aunque las cuatro anteriores habían sido frenadas por las sofisticadas herramientas hebreas para su defensa antiaérea. Por eso, el coronel Yahya Sarea, portavoz militar hutí, decidió en sus declaraciones tras el incidente dar donde más duele:«Entre los resultados de este ataque hay que destacar el fracaso de los sistemas de interceptación estadounidenses e israelíes». La reacción judía llegó en forma de aviso. Por ahora. «Hemos actuado contra ellos en el pasado y vamos a hacerlo en el futuro, pero no puedo dar detalles (...) No será de un solo golpe, sino que habrá muchos», advirtió el primer ministro, Benjamín Netanyahu, en un vídeo publicado en su canal de Telegram. También prometió responder «contra sus amos terroristas iraníes».
El intercambio de ataques con proyectiles y drones entre israelíes y hutíes es periódico desde el comienzo de la guerra en Gaza hace ya año y medio, pero jamás un disparo de Yemen había alcanzado una infraestructura tan sensible como el mayor aeropuerto hebreo. De hecho, Hamás celebró el domingo la «precisión» del disparo, que desató el pánico en el aeródromo tras escucharse, primero, las sirenas de alerta y, después, la explosión por el impacto del misil, que según algunas fuentes cayó en una zona de estacionamiento de una de las terminales. Más de una veintena de vuelos fueron suspendidos y centenares de pasajeros tuvieron que buscar refugio, algunos en búnkeres. La actividad se recuperó a media mañana, pero la marca del cohete no será tan fácil de borrar. «Pueden ver la zona justo detrás de nosotros: allí se ha formado un cráter de varias decenas de metros de ancho y también de varias decenas de metros de profundidad», explicó el jefe de la Policía de la región central de Israel, Yair Hezroni, en un vídeo donde aparecía el gigantesco boquete y la torre de control al fondo.
Benjamín Netanyahu
Primer ministro de Israel
Desde el aeropuerto, sin embargo, no comunicaron daños en la infraestructura, donde se habría producido una auténtica masacre si el proyectil hubiera caído apenas unos metros más cerca de la terminal. Los servicios de emergencias informaron de media docena de víctimas, todas leves, menos una que se encontraba grave aunque su vida no corría peligro. Se trata de un hombre de 50 años con traumatismos en sus extremidades. El resto de heridos son dos mujeres, de 38 y 54, que se vieron afectadas por la onda expansiva, otro hombre de 64 que resultó golpeado por un objeto que salió volando del lugar del impacto del proyectil y un par de chicas, de 22 y 34, que sufrieron lesiones mientras corrían en busca de refugio.
Los hutíes habían alcanzado hasta ahora trascendencia en la escena internacional por su acoso a navíos en el mar Rojo, un lugar clave para el tráfico marítimo mundial, lo que ha hecho que Estados Unidos –sobre todo desde el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca– y recientemente también el Reino Unido hayan intervenido en el conflicto con bombardeos contra los insurgentes. El Pentágono aseguró a finales del mes pasado que, desde el 15 de marzo, había atacado 800 objetivos yemeníes, con el resultado de cientos de «combatientes» muertos, entre ellos varios dirigentes de los rebeldes. El grupo controla en torno a un tercio de Yemen, un país devastado por la guerra, e incluso domina la capital, Saná, a más de 1.800 kilómetros de la frontera sur de Israel, punto al que ha colocado en su diana «en solidaridad con los hermanos gazatíes».
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