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Terry Basterra
Martes, 3 de junio 2025, 13:31
Miles de personas se han sumado a una recogida de firmas impulsada para apoyar al pediatra apercibido por un superior por asistir, fuera de ... su horario laboral y con recursos del hospital, a una niña de 4 años que se estaba muriendo en su casa. Esta recriminación ha puesto de manifiesto la situación en la que trabajan unos profesionales dedicados a atender en su domicilio a menores en el final de su vida.
La campaña reclama que Osakidetza preste cuidados paliativos pediátricos en las viviendas de los pequeños durante las 24 horas del día y las 7 jornadas de la semana. Esa es la petición que impulsa una recogida de firmas en la plataforma change.org para que la gerencia del hospital de Cruces «realice todas las gestiones necesarias para implementar los recursos necesarios» y que este servicio se preste de manera ininterrumpida todos los días del año.
La campaña nace tras hacerse pública la advertencia realizada por un mando del hospital a los profesionales de la unidad de cuidados paliativos pediátricos. Les dio un 'toque' por emplear recursos del centro fuera de su horario laboral para asistir a una niña de 4 años que se estaba muriendo y acompañar a su familia. Emplearon un vehículo de Osakidetza varias madrugadas para acudir al domicilio de la pequeña.
Este apercibimiento ha generado un importante gran social y ha puesto de manifiesto las dificultades a las que se enfrentan los profesionales de este equipo de Cruces para ejercer su labor. Su jornada se circunscribe de 8 a 15 horas, de lunes a viernes. Pero como ha trasladado Jesús Sánchez Etxaniz, uno de los pediatras de esa unidad, «la muerte en los niños no entiende de horarios». De ahí que él y sus compañeras decidiesen prolongar de forma voluntaria la asistencia más allá de su horario oficial en los finales de vida.
Durante 13 años, desde la puesta en marcha de la unidad, han actuado de este modo para no dejar solos a los niños enfermos que se estaban muriendo ni sus familias, sin que recibiesen ningún tipo de compensación económica por ello, ni se les computase como horas de trabajo. Hasta ahora los mandos de Cruces les dejaban hacer. Pero hace unos días estos profesionales recibieron una advertencia por hacer uso de los recursos del hospital fuera de la jornada laboral establecida. Un apercibimiento que llegó justo el día después del fallecimiento de esta niña y que ha supuesto un duro golpe moral y anímico para estos sanitarios, lo que les ha llevado a hacer pública la situación en la que se presta este servicio.
La polémica generada por este caso ha llevado al Departamento de Salud a rectificar y ampliar este tipo de atención en Euskadi. Crearán una estructura asistencial para atender las 24 horas del día aquellos casos que sean complejos, tal y como ha avanzado este martes el consejero de Salud, Alberto Martínez.
El horario establecido para este servicio hasta ahora era de 8 a 15 horas. Más allá de esta franja eran los propios profesionales de la unidad los que, de manera voluntaria, decidían acudir a las viviendas de estos niños enfermos terminales para asistirles en el final de la vida y acompañar a sus familias en este difícil momento. No recibían ningún tipo de compensación económica por ello.
Durante 13 años estos sanitarios no han dudado en acudir a las viviendas de aquellos pequeños, en situación de enfermedad terminal, que decidían morir en sus casas en lugar de hacerlo en el hospital. Se desplazaban cuando las familias lo requerían, ya fuese por la tarde, por la noche, en fin de semana o en festivo. Lo hacían por ética profesional y por humanidad, aunque no les computase como jornada laboral, pese a que lo habían solicitado durante años, porque «la muerte en los niños no entiende de horarios».
Hasta ahora los superiores del hospital de Cruces les dejaban hacer, bajo la responsabilidad de los propios profesionales. Pero hace unas jornadas, justo un día después de que falleciese la pequeña de 4 años, un mando del centro recriminó a dos enfermeras de la unidad que hubiesen hecho uso de un coche del centro varias madrugadas sin notificarlo previamente.
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